domingo, 6 de julio de 2014

CAPITULO 48 FINAL



Paula  


Entrando en el salón de clases para nuestro final de sexualidad humana, Pedro comienza a reírse. Me vuelvo para ver lo que le llamó la atención. Amor-Propio 101 está escrito en la pizarra en la parte delantera de la sala. Oh, esto debería ser interesante. El profesor Gibbs no nos había dado ninguna indicación de lo que sería nuestro final de hoy, y ahora de repente estoy nerviosa.  


Una vez que la clase se instala, el profesor Gibbs me tranquiliza. Todo lo que tenemos que hacer es escribir una última asignación en el diario de lo que hemos aprendido en su clase, y entregaremos esto como nuestro final.  


Nos ponemos a trabajar, y Pedro roba miradas hacia mí durante toda la hora de la clase, una pequeña sonrisa tirando de sus labios. Me pregunto cuánto de su papel es sobre mí. Lo mataré si escribe algo vergonzoso. Sobre todo algo de mi primer orgasmo. Echo un vistazo a su papel y juro que veo la palabra Pajarito. 


Cacarea y sacude la cabeza, protegiendo la página de mi vista. Estrecho mis ojos y sigo escribiendo.  


Una vez que los documentos son entregados, el profesor Gibbs invita a todo aquel que quiera compartir con la clase lo que han aprendido. La vieja yo habría bajado la cabeza, sin atreverse a hacer contacto visual con él, por miedo a ser llamada. La nueva yo tiene mariposas en el estómago, la mitad de mí quiere levantar la mano, la otra mitad está nerviosa e insegura.


Una chica de atrás grita—: La comunicación durante el sexo es importante. ¡Tenemos que enseñar a los chicos lo que nos gusta! 

La clase estalla en risas.  


Un hombre sentado frente a mí con una mata de rizos rubios levanta la mano. —Usar loción. Raspa menos.


Pongo los ojos. Unas cuantas personas hablan, y la mayoría de ellos lo toman en serio. La chica de al lado mío dice que aprendió que si quieres una relación real, no saltas a la cama de inmediato. Pedro me sorprende siendo el próximo en levantar la mano. Estoy más que curiosa por saber lo que está en su mente.  


—He aprendido mucho en este semestre. Conocí a una chica increíble, y trabajamos en su capacidad de... O... quiero decir superar algunos miedos e inseguridades. Y he aprendido que es más divertido dar que recibir.  


Mi cara se pone roja brillante. Quiero darle una patada. Pero cuando su mirada se encuentra con la mía, sólo sonrío. Una grande y tonta sonrisa de estoy- totalmente-enamorada-de-ti. Es la misma sonrisa que él me está dando. Con el apoyo de Pedro, mis mariposas tienen un permiso para ausentarse y levanto la mano.  


—Paula —asiente el profesor Gibbs. 

 
—Si algo no se siente bien, no lo hagas. Y lo más importante, nunca lo filmes. 

 
Una vez que las palabras salen de mis labios, me siento un poco insegura de si debí haberlo dicho. Es probable que sea demasiado atrevido poner eso ahí, pero bueno, quiero dejarles saber. No tengo nada que ocultar. Ya no.

—Amén hermana —declara una chica desde el fondo de la sala y mis nervios se alivian.  


Pedro me está mirando, sus ojos azules bailando en los míos. Sin arrepentimientos. Son sólo lecciones de la vida. Y me siento muy bien acerca de lo que he aprendido.  
 
Fin

CAPITULO 47




Paula 


Quiero hacer esto. Necesito esto, pero me golpea una ola de nervios mientras bajo el bóxer de Pedro. Se levanta un poco fuera de la cama para ayudarme.


Su gruesa erección cae libre, saludándome, y de repente me tenso. En realidad no he visto a la luz algo como esto. 


Es más grande de lo que esperaba. Colocando mi mano a su alrededor, Pedro inhala y se reclina en la cama. Su carne es dura y caliente, y no puedo resistir de acariciar con mi mano desde la base hasta la punta, apretando ligeramente. Pedro gime suavemente, sus ojos fijos en los míos. Salgo de la cama y me sitúo de rodillas frente a él. 


Esto podría ser una experiencia completa. 


Pero antes de que pueda tocarlo de nuevo, agarra mis hombros con ambas manos. 


—¿Qué estás haciendo? —Está sin aliento. Es adorable. 


—Pensé que era obvio. —Por alguna razón, me siento orgullosa y poderosa, a pesar de que soy yo la que está de rodillas. 


—Paula, no tienes que hacerlo. —Su mirada es seria, como si estuviera legítimamente concertado. Pero no hago esto por él. Esto es por mí.


Pedro, quiero hacerlo. —Es verdad. Quiero ver todo el alboroto. Si no me gusta, me detendré. Sin esperar a que me responda, lo agarro firmemente con una mano. Bajo la cabeza hasta que mi boca se reúne con su carne caliente, le doy un beso francés lento, girando mi cabeza alrededor de su cabeza hinchada. El gemido de Pedro es el sonido más sexy que he escuchado. Incentivada por su obvia satisfacción, lo coloco en mi boca, sin nada que falte. 


Lo beso, lamo, chupo, y trazo hasta que Pedro balancea sus caderas y maldice entre dientes. Es un sentimiento
poderoso saber que soy yo la que le hace sentir esas cosas. 

Pedro coloca su mano en mi mandíbula y me levanta la cabeza. —Bebé —su voz es un susurro ronco—, necesitas detenerte. 

El orgullo se hincha dentro de mí, al saber que lo he traído tan cerca del borde. Me ayuda a levantarme del suelo y me acuesto a su lado. Estoy tan feliz de haber esperado por Pedro para mi primera vez. Ni siquiera estoy nerviosa cuando me quita los vaqueros y las bragas. Saco mi camiseta por encima de mi cabeza y él desabrocha mi sostén. Después de desnudarnos el uno al otro, nos deslizamos bajo las sábanas y nos seguimos besando. 


Envuelvo una pierna sobre su cadera y hundo mi cuerpo en el suyo. Puedo sentir su erección presionando en mi vientre. 

Pedro —gimo. 

Sin hacer las cosas extrañas, Pedro busca un condón y se lo coloca, besándome mientras lo hace. Sabiendo que no hay nada en nuestro camino, estoy a punto de decirle que empuje. Agarro su hombro con una mano, la otra está metida inútilmente entre nosotros, pero la aferro a su cadera. Poco a poco, y con cuidado, Pedro se posiciona en mí. Estamos acostados uno al lado del otro, con los ojos abiertos y besándonos, cuando se desliza dentro de mí. 


Puedo sentirlo presionar hacia delante y comenzar a penetrarme, y aunque es un poco incómodo, no duele tanto como pensé. 

Nunca me imaginé que estaríamos frente a frente así, con las luces prendidas, pero hace que sea mucho más íntimo. 


Puedo ver la tensión en su mandíbula mientras empuja hacia delante otra vez, siento el calor de su aliento mientras se acerca a mi boca. La plenitud dentro de mí es casi insoportable, pero es un placer. Aprieto mis piernas alrededor de sus caderas y se desliza más profundo. 

Los ojos de Pedro se cierran mientras un gemido gutural sale de su garganta. — Mierda, nena, estás tan apretada. 

Creo que debe ser un buen efecto el que tiene sobre él. 


Casi me río, pero cuando Pedro abre los ojos otra vez, su intensidad me quita el aliento. —No tienes que contenerte… me gusta.Gime de nuevo y me besa profundamente, su lengua deslizándose con la mía mientras empuja en mí con fuerza. Oh. No sabía que se sentiría así. Respiro fuertemente cuando lo último de mi virginidad se borra. Pedro se mueve en mí, sus brazos me abrazan fuertemente, estoy perdida en las sensaciones, las emociones que inundan en mi sistema. Deseo. Lujuria. Amor. Cosas que sólo Pedro me hace sentir.


Sus ojos encuentran los míos, y aleja el pelo de mi cara. —¿Vas a ser capaz de llegar si seguimos así?


Se siente bien, pero no lo sé. —No estoy segura —contesto con sinceridad. 

Pedro coloca una mano entre nosotros, y al igual que lo hizo en el mostrador del baño, encuentra el lugar que me hace temblar y me masajea con la yema de su dedo. Luego vuelve a empujar dentro de mí, más lento que antes. Dejo que mis ojos se cierren y me centro en las sensaciones. 


Cada vez que se mete yo gimo, y mientras se arrastra lentamente, me centro en el camino que está acariciando. 

Pronto estoy gimiendo su nombre  Tan cerca… tan cerca… 

—Peddddrrooo…  —Me vengo, en voz alta, mi cuerpo temblando contra el suyo. 

Segundos después, Pedro gime y entierra su cara en mi cuello cuando se viene. Su aliento en mi cuello es un sonido demasiado erótico.


Después nos acostamos juntos, un montón de cálidas extremidades pesadas y sábanas enredadas. Pedro acaricia suavemente sus dedos en mi brazo. Todo en este momento es perfecto. 

—Te amo, Pajarito —susurra Pedro.


—También te amo. —Dejar entrar a Pedro me asusta, pero me alegro de haberlo hecho.


Lo siento sonreír en mi mejilla. — Todo estuvo… bien 

 
Me apoyo en mi codo para mirarlo. ¿En serio me está preguntando esto? — Fue perfecto.


Su sonrisa es enorme y sus ojos bailan en los míos. Bueno, está claramente orgulloso de su actuación. Su entusiasmo me hace sonreír. Su pulgar acaricia suavemente mi mejilla y su voz se pone ronca. —Así que, ¿estás lista para hacerlo de nuevo? 

—¿Es eso un reto? —pregunto.

—Sí. —Su voz es firme. 

Sacudo la cabeza. —No. No más retos. 

—¿Ahora has terminado conmigo? —se ríe. 

Mi boca hace una mueca. —No. Estoy lista para ti de una manera nueva. — El futuro está amplio y abierto para mí. Y estoy lista para vivir.


Envuelve la mano por la parte trasera de mi cuello, guiando mi boca a la suya

sábado, 5 de julio de 2014

CAPITULO 46




Pedro

 
Catalina nos lleva a mi casa, y el reducido número de autos fuera me dice que la fiesta se ha calmado un poco. Una vez adentro, guío a Paula directamente hacia la escalera, no queriendo que nada ni nadie se interponga en nuestro camino esta vez. Veo por el rabillo del ojo que Veronica sigue acá, y su sonrisa de satisfacción decae cuando me ve agarrando la mano de Paula. Es una pena. Va a tener que superarlo, porque Paula no irá a ninguna parte.


Necesito a esta chica en mi vida.


Hicimos planes con nuestras familias para conocernos este invierno, para estar juntos durante las vacaciones de primavera y también espero que cada fin de semana por medio. Si su pasado no nos va a parar, mi ex novia sin duda tampoco lo hará.


La mano de Paula se estrecha alrededor de la mía y obedientemente me sigue. Sé que no va a dejar que Veronica interfiera otra vez. Estoy orgulloso de mi chica.


Me detengo en las escaleras, al darme cuenta que quizás es de mala educación llevarla directamente a mi dormitorio. Es sábado por la noche y hay una fiesta. Quizás ella quiere disfrutarla un poco. —¿Quieres un trago o algo?


Me mira como si le acabara de preguntar si le gusta asesinar cachorros. — Sube tu culo caliente por las escaleras y deja de detenerte. 

Guau. Eso fue jodidamente caliente. —Sí, señora. —No tiene que decírmelo dos veces. Incluso si ella está la mitad de lista que yo, es probable que esté a punto de entrar en combustión. Sé cómo soy.


Una vez que estamos dentro de mi habitación, al instante cae en mis brazos, presionando su cuerpo al mío y besándome. Pateo la puerta detrás de nosotros. 

Tengo que calmarme para que esto no termine antes de empezar. No me quiero avergonzar. Y necesito recordar que es su primera vez.

Muevo a Paula a mi cama, le doy un empujón juguetón en sus hombros y cae en el colchón, riendo. Incapaz de permanecer lejos, rápidamente me sumo a ella. —Eres hermosa cuando te ríes así. 

Su rostro se pone serio y estoy a punto de preguntarle qué está mal, pero sus dedos se acercan al botón de mis vaqueros y de repente olvido cómo hablar.

CAPITULO 45



Pedro


Sé que debí confesar antes y no ahora. Es parte de la razón por la que no he dejado que nuestra relación física vaya demasiado lejos. Saber que todavía no le he dicho acerca de mi noche con Veronica mientras nosotros no nos hablábamos, me retenía. Sé que a Paula no le va a gustar, y ya que nos hemos puesto de acuerdo para ser honestos, también sé que me hace un idiota.


Una vez que llegamos a mi habitación, cierro la puerta detrás de nosotros y me vuelvo hacia ella. Sus manos se cerraron en puños, como si estuviera preparándose. 


—Siéntate, cariño. 


Parece segura, pero se quita los zapatos y cruza la habitación para sentarse en el borde de mi cama. Tomo una respiración profunda, tratando de encontrar las palabras para explicar este desastre de una manera que no cause que enloquezca. 


Me siento a su lado y tomo su mano. Está inerte. Mierda. 


Esto no va a ir bien. — Cuando tú y yo... no nos hablábamos... Veronica empezó a venir de nuevo. 


Sus ojos delatan sus emociones, y comienzan a llenarse de lágrimas, incluso antes de llegar al corazón de la historia. 



—Nos pusimos muy borrachos... y um... —Mierda. No puedo decirlo.


—Dime —susurra con la voz rota.


—No tuvimos sexo, pero... —Me detengo, tomando otra respiración—. Ella como que empezó a ir abajo en mi...


Sus ojos vuelan a los míos. Recuerdo la vez que admití a Paula que era mi favorito y sé que también está recordándolo. También sé que es plenamente consciente de que es algo que ella y yo ni siquiera hemos hecho juntos. 


Me siento como un idiota. No quiero volver a ver esa mirada en sus ojos de nuevo. 

Traga. —Ya veo. 

—Pajarito, lo siento, pero no nos hablábamos.


Retira su mano de la mía y se levanta de repente. —No nos hablábamos porque no me querías, porque pensaste que era barata y fácil a causa de esas estúpidas fotos. Pero ¿sabes qué? ¡No eres mejor que yo! —Agarra su bolso y desliza sus pies de nuevo en sus zapatos—. Tengo que ir a casa. 

Paula... espera...


—¡No me toques! —Un sollozo rompe de su garganta y se retira de mi alcance. 

—Por lo menos deja que te lleve a casa. Voy a estar preocupado por ti. 

Niega con la cabeza. —Voy a llamar a alguien. —Agarra su teléfono y hace una llamada—.Cata —solloza—. Ven por mí. Estoy donde Pedro... Sí.


Paula finaliza la llamada y se va corriendo por las escaleras.

Maldita mierda.


No voy a echar a la mierda esto de nuevo. No voy a esperar unas cuantas semanas sin hablar con ella, al igual que nuestra última pelea. Tengo que hacer lo correcto esta noche. Corro escaleras abajo tras ella, pero no la encuentro en ninguna parte en el mar de cuerpos. Salgo a la fría noche, busco la terraza de atrás, donde sé que se ocultó antes. Pero está ocupado por un par besándose.Paula se fue. 

Agarro mis llaves del bolsillo y cruzo por el lado de mi casa, para ir directamente hacia mi coche. No puedo dejar las cosas así entre nosotros. No lo haré. Ya hemos perdido demasiado tiempo. Mi coche está bloqueado por tres coches en nuestro camino, y sé que tratar de encontrar a los dueños de los vehículos será inútil. No puedo esperar.


Corro por el campus a su dormitorio, llegando sin aliento por las tres millas de distancia. Tengo que esperar que alguien me deje entrar, pero tengo suerte y entro detrás de un grupo de chicos que regresan por la noche. Unos minutos más tarde, estoy llamando a la puerta, rogando que responda. 

Catalina abre la puerta en una rendija, con una mueca. —¿Sí? 

—¿Está Paula aquí? 

—No quiere verte. —Empuja la puerta para cerrarla, pero meto mi pie en el marco, así evita que se cierre. 

—Tengo que hablar con ella, por favor. Paula —llamo.


Cata rueda los ojos, cediendo y me deja entrar en la habitación. —Sólo habla con él. No puedo con ustedes dos —informa a Paula

Mi Pajarito se acurruca en su estrecha cama, abrazando la almohada contra su pecho. Y ha estado llorando. El dolor apuñala mi pecho. Mierda. 

Catalina agarra su bolso. —Voy con Noah. —La puerta hace clic detrás de ella.


Sin hacer ningún movimiento para acercarme, sólo la miro. 


Sus ojos están alertas y sus manos agarran la almohada más fuerte. 

—¿Paula? —Trago el nudo en la garganta, va a escuchar lo que tengo que decir—. ¿Podemos hablar?


—¿Qué hay que hablar? —Se desplaza en la cama para poder sentarse, pero mantiene la almohada abrazada contra su pecho, una barrera física entre nosotros—. Es tu favorito ¿verdad? Y no te lo di, así que... —No termina, pero sus ojos caen a la cama frente a ella. 

Paula—Hago un movimiento, acercándome tanto como me atrevo. Me arrodillo en el borde de la cama, así estoy al nivel de su mirada—. Lo siento mucho. Eso fue un gran error. Me sentía herido y traicionado por qué no me habías dicho, y tan malo como parece, no me importaba nada en ese momento, porque pensé que te había perdido. Así que cuando Veronica comenzó a deshacer el
cinturón... 

La mano de Paula vuela hasta detenerme. —No necesito los detalles. Dios, ¿qué te pasa? 

 
Cristo. —Lo siento, tienes razón. Yo sólo... Lo siento mucho. Si pudiera regresar aquella noche, lo haría. Y quería decirte. Esa noche en Denver en el hotel, yo quería decirte... pero tenías muchas cosas en mente...


Parpadea hacia mí. —¿Es por eso que no tenemos...?


—¿Algo más físicamente?


Asiente.


—Sí. Primero quería asegurarme de que todo estuviera ventilado entre nosotros.


—Ya veo. —Mete sus piernas debajo de ella.


Quiero tomar su mano. Tanto. Pero me quedo de rodillas junto a la cama. — Dime lo que estás pensando. Por favor.

Su mirada verde me perfora y corta mi alma. —Tienes razón. Descubrir cosas de otra persona apesta.


Asiento. Y cada vez que hablamos de Veronica, sé que es especialmente molesto teniendo en cuenta que es mi ex. —Siento que tuvieras que escucharlo de ella. Todo en el futuro vendrá directamente de nosotros. No hay más secretos.


Niega con la cabeza. —Eso dijiste la última vez, incluso cuando sabías que debiste haberme dicho esto. ¿Cómo puedo confiar en ti?


—Porque te amo, cariño. Eres mía, y me he cansado de jugar. Ya he terminado de hacerte daño. Te daré cualquier cosa y todo. Voy a mantenerte a salvo y cuidar de todas tus necesidades. 

—Mierda. —Una sonrisa torcida aparece en su boca, curvándose hacia arriba en un lado—Pedro... —Su voz declara algo. Todo lo que ella quiera, lo puede tener.


—¿Qué, bebé? Te amo. —Tomo sus manos y las llevo a mi boca, besando la parte posterior de cada una, y luego sus muñecas y sus palmas—. Es la pura verdad.


Su sonrisa se amplia. —Me gusta escuchar eso, pero tal vez si podrías decirme un poco más...


—Al igual que amo la forma en que sabes. La forma en que tu pelo huele, y lo dulce que eres. Amo cómo te echas a reír en momentos al azar. Me encanta cómo te hago sonrojar, como mi madre te ama, que eres inteligente y trabajadora, genuina y tan amorosa... —Sus mejillas resplandecen con cada elogio, y beso su muñeca y sus dedos.


Su sonrisa es completa y atractiva en este momento. Quito la almohada de su regazo y me uno a ella en la cama, para que pueda tomarla en mis brazos. Lo he sabido por un tiempo, pero no se lo he dicho. No estoy seguro de por qué, pero está claro en su mirada con los ojos llorosos que siente lo mismo, aunque no lo dice en estos momentos. Sigo abrazándola con fuerza y amando la manera en que su cuerpo se siente contra el mío. Remolinos protectores florecen dentro de mí y me prometo no volver a hacer daño a esa chica. 

Un golpe en la puerta nos interrumpe y un segundo después, Catalina asoma la cabeza en el interior. —¿Es seguro entrar?


Está con Noah en la entrada y no espera la respuesta. Paula y yo nos separamos cuando Catalina lanza su bolso sobre la cama y Noah se deja caer en el futón. —Sabía que harían las paces. 

Me apoyo en Paula, respirando su olor y susurro—: ¿Pijamada en mi casa?

Se aleja ligeramente para mirarme los ojos y asiente. 

Gracias, Dios.

viernes, 4 de julio de 2014

CAPITULO 44



Paula 


—¡Rómpete una pierna! —grito a Catalina y a Noah una última vez antes de que se salgan de nuestro dormitorio. 


Tienen que estar en el teatro temprano por todos los preparativos de la noche de apertura, lo que me deja mucho tiempo para prepararme para mi cita de esta noche. Pedro ha hecho reservas en un restaurante de lujo, pero primero vamos a ver la obra de Catalina y Noah. Agarro mis cosas de ducha y arrastro los pies a los baños comunales.


Una hora más tarde, estoy absolutamente limpia, afeitada, maquillada y vestida. Me siento en mi laptop para escribir una respuesta rápida a la dirección de correo electrónico que recibí antes de Alejandra. Ha pasado un mes desde que nos encontramos cara a cara, y nos hemos estado enviando correos electrónicos de ida y vuelta varias veces. Nuestra relación se ha convertido en largos correos electrónicos llenos de pensamientos al azar, sentimientos profundos y acontecimientos vitales. Es bonito. Incluso mis padres son realmente buenos al fomentar la relación con ella. 


Compruebo el tiempo y mis cosas, mi teléfono en el bolsillo trasero de mis vaqueros, añado un poco de brillo de labios y caigo en mis brillantes zapatillas de ballet color rosa. 


Estoy esperando en la acera afuera de mi dormitorio cuando Pedro estaciona su coche negro. Se detiene y su rostro se rompe en una sonrisa cuando subo al coche para saludarlo. 

—Hermosa... —susurra y se inclina, sus labios rozando la piel cerca de mi oreja. Envía un escozor debajo de mi nuca, que se instala en la base de mi columna vertebral. Por mucho que el mes pasado me haya resistido a estar físicamente con Pedro, creo que es exactamente lo que necesitábamos. Nos da la oportunidad de realmente salir a citas y llegar a conocernos mejor sin el sexo complicando las cosas. Las cosas entre nosotros están muy bien. 


Completamente abiertos y honestos, se siente muy bien. 


Pero la construcción entre nosotros físicamente ha
alcanzado proporciones épicas. Esta noche será mío. Punto. 

Nuestra cena reservada está en un restaurante de sushi de lujo que se ha abierto recientemente y ha estado recibiendo buenas críticas. Pedro me asegura que mis pantalones vaqueros están bien, pero yo los había emparejado con un top de color crema elegante adornado con encaje.


Los ojos de Pedro se apartan de los míos,  su mirada me recorre de abajo hacia arriba para estudiar de la cabeza a los pies. Me retuerzo bajo su mirada y aprieto mis muslos juntos, rezando para que superemos la obra y cenemos sin intentar rasgarle la ropa. O la mía. Mmm, eso podría funcionar. Tenemos treinta minutos antes del comienzo de la obra...


—¿Paula? —pregunta, empezando a conducir la camioneta alegremente. 

Mantener mis pensamientos vagos para más tarde y las bragas de encaje negro que tendrá que descubrir se está poniendo cada vez más difícil. —¿Sí?

Sonríe, moviendo la cabeza como si estuviera leyendo mi mente todo el tiempo. Pedro está muy sexy en un par de vaqueros oscuros y una playera de color azul marino encima de la camisa que pone de manifiesto el profundo azul de sus ojos. Su pelo es un desastre absoluto, como a mí me gusta —un perfecto desastre.


Mis dedos pueden vagar a sus anchas y no haría la más mínima diferencia.


Cruzando la distancia entre nosotros, Pedro me jala hacia él y deja caer un beso dulce en mi boca. —¿Lista? —Me sonríe con los ojos juguetones y hambrientos. Estoy lista para saltarme la cena y entrar en el desierto, pero me limito a asentir. Tenemos una función primero, y no puedo soportar que Catalina y a Noah se enojen. Han adoptado a Pedro en nuestro círculo en el último mes, así que por supuesto, estaremos allí en su inauguración. 

Llegamos al teatro con un montón de tiempo para tomar asiento cerca del frente. Ver a Catalina y Noah en la reproducción coqueta de Grease es muy divertido, las dos horas pasaron rápidamente. Noah como Rizzo es muy genial y no puedo esperar para darle un abrazo, no sólo por ganar el papel, sino también por ser dueño del mismo. Al final, Pedro se para y aplaude para ellos junto a mí, y
nos abrimos camino a los bastidores a través de la multitud de personas que les da a ambos un abrazo.



Pedro ha tomado en serio su misión de llevarme a citas adecuadas, y después de la obra, vamos de la mano, en dirección al otro lado de la ciudad por las reservas para la cena.

El restaurante es elegante y con estilo y el sushi es riquísimo, pero sentada frente a Pedro en una mesa íntima para dos, y sintiendo que sus ojos se mueven a través de mí es demasiado. Usando mis poco cooperativos palillos, he intentado tan delicadamente como fuera posible para meter las piezas de sushi en mi boca de la manera más elegante posible. 

Pedro mete otra pieza de rollo de atún picante en su boca, masticando pensativamente mientras me mira. No tiene prisa, y me pregunto si siente el mismo fuego que yo. Pero sé que sí. Una intensa luz aparece en sus ojos mientras me observa. Termina de masticar y coloca sus palillos al lado de su plato. — ¿Postre?


Estoy dispuesta a darle una patada debajo de la mesa, pero puedo solucionarlo con mi más amable sonrisa. —No, gracias. ¿Tú? 

Pedro ríe, sus ojos deslizándose sobre mi piel, se toma su tiempo para responder. —Sí. Una vez que lleguemos a casa, me gustaría mucho un postre. 

Gah... Es tan abrumador. El hecho de saber lo que va a pasar después entre nosotros hace que mis piernas tiemblen. Estoy más que preparada para él.

Pedro paga la cuenta, entonces me guía desde el restaurante, con la mano en la parte baja de mi espalda. Es un toque inocente, pero apenas me tocó en toda la noche, por lo que el contacto se siente como una promesa tácita de más. 

Nunca estuve así con Mauricio. Tan lista, confiada y segura. 


Estoy segura de Pedro

Cuando lleguemos a la casa de Pedro, somos todo manos y sonrisas y tal vez incluso un par de risitas por mi parte. 


Estoy agradecida de que tenga cero interés en bajar, donde están los estragos de fiesta. Quiere estar a solas tanto como yo. 

En el camino a las escaleras, Veronica pone su mano sobre su pecho y lo detiene. Se tambalea un poco demasiado en sus zapatos de tacón alto, antes de retirar su mano.


—¿Ustedes dos están juntos de nuevo? —Veronica se ríe demasiado estridente y obvia.


Levanto mi barbilla, negándome a dejar que el hecho de que ella sepa mi pequeño secreto sucio me haga sentir como mercancía dañada. Si Pedro lo superó, entonces yo también. 

—Déjalo, Vero —advierte Pedro, con voz firme y sin diversión.


Veronica sonríe diabólicamente, mirando hacia atrás y adelante entre Pedro y yo. 

—No le dijiste, ¿verdad?


Mierda. Mi estómago cae. —¿Decirme qué? 

Veronica ríe de nuevo. —No importa. —Sonríe dulcemente, pasando entre Pedro y yo para que pueda rozar su pecho. 

Pedro se ve como si estuviera a punto de golpear algo. —¿Pedro

Toma mi mano y me lleva hacia la escalera. Todo el calor y la pasión por nuestra noche juntos desaparece y es reemplazado por una terrible sensación molesta. ¿Que no me está diciendo? ¿Qué pasó entre él y Veronica?