lunes, 30 de junio de 2014

CAPITULO 34





Paula 


—Basta de estar deprimida —dice Cata, arrebatándome la novela romántica obscena de las manos—. Vamos, vas a venir conmigo y Noah. 


—Pero estaba en la parte en que él le da azotes por primera vez... —Guau. No puedo creer que haya dicho eso.Tampoco puedo creer que estoy leyendo el libro que Catalina metió en mis manos después de terminarlo en un solo día. Pero tiene razón, es adictivo. 


 —Dije que te gustaría las obscenidades. Pero puedes leer más tarde. Vamos a los bolos.


No quiero renunciar a los progresos que he hecho, así que me visto, me maquillo y dejo a Catalina arreglar mi cabello largo y loco. La chica en el espejo se ve diferente, pero sigo siendo yo. Tal vez incluso una mejor versión de mí. Ya no está aterrorizada de ser descubierta, porque lo peor ya ha pasado, un chico del que estaba enamorada lo descubrió de la manera más espectacular y desde eso no me ha hablado, y no puede ser mucho peor que eso. Así que me he cansado de ocultarme en los dormitorios, mientras que mis amigos salen los fines de semana. 


Tal vez si finjo que soy normal y no estoy destruida por el rechazo de Pedro, las cosas empiecen a encajar. Finge hasta que lo consigas. ¿Cierto?


Con la verdad afuera en el mundo, debería sentirme más libre. Pero el efecto es más como una gran carga. Ya no es necesario que me oculte. Me siento peor que nunca. 


Debería haber tenido las agallas de decirle a Pedro. Fue una gran parte de mi curación, y también se abrió a sí mismo en el camino. Pero al ocultárselo desvaloricé toda la experiencia. Si terminó conmigo, por lo menos quiero mantener nuestros recuerdos, pero ahora están amargados con mi propia culpa y auto aborrecimiento.


Cuando llegamos a la bolera, todas las promesas de una noche discreta parecen esfumarse. Delta Sig ha alquilado la mitad del lugar para una fiesta privada. Tienen que estar bromeando. Me detengo en la entrada y Catalina mira al
grupo de chicos borrachos desagradables que ocupan la mitad de la pista de bolos.  


—¿Lo sabías? —me dirijo a ella. 

 
—No. Te lo juro. Podemos ir a un lugar diferente si quieres.  
Noah toma mi mano y le da un apretón. —No vas a salir corriendo en esta ocasión, amor. ¿Lo entiendes?  


Asiento. —Sí. Está bien. —Creo que puedo hacer esto.  


Noah paga por nuestra pista mientras que Catalina y yo vamos a buscar horribles zapatos de bolos de nuestra medida. Catalina lidera el camino de regreso a nuestra pista, que es por suerte en el lado opuesto de los chicos Sig Delta. No veo a Pedro. Es posible que no esté aquí. Pero de cualquier manera, sé que no voy a ser capaz de relajarme con la promesa de su presencia amenazante en el fondo.  

Verlo en persona forzaría los sentimientos que no puedo manejar en este momento. Pensé que estaba sanando, pero su presencia me aseguraría que no era el caso. Lejos de ello. Extraño sus abrazos que me levantaron del piso, su estúpido apodo para mí, el brillo sexy en sus ojos cuando quería besarme...


Selecciono una bola y cuando me vuelvo, diviso a Pedro y Veronica al otro lado del lugar. Ugh. Como si verlo no fuera lo suficientemente malo... Veronica envuelve sus brazos alrededor de su cintura y, a pesar de que las manos de él se mantienen sueltas a los costados, no hace nada para detenerla. El dolor de verlos juntos se clava en mi pecho. 


Tal vez sobrestimé todo lo que habíamos compartido. Tal vez él y Veronica han sido siempre algo mas que “ex” amables y me negué a verlo  Así como Veronica me señaló una vez, él y yo nunca fuimos exclusivos. Eso no significa que el dolor de perderlo hiera menos. Sobre todo por la manera en que terminó. La mirada fría de sus ojos  el tono inexpresivo en su voz… Nunca olvidaré eso.

  
Pedro se inclina y le susurra algo al oído a Veronica, y ella estalla en carcajadas, golpeándole el brazo. Ver esto no ayuda de ninguna forma a mi dolor. 

 
Bajo la bola antes de que cayera sobre mi pie, luego me dirijo hacia Cata y Noah. —Me equivoqué. Tengo que irme. —Tengo que salir de aquí antes de que haga algo torpe, como empezar a llorar en medio de la pista de bolos. Señor, esto es ridículo.  

Intercambian una mirada y asienten en comprensión silenciosa. 

—Sí, vamos —concuerda Noah—. Estos zapatos son una parodia total con estos pantalones—. Hace su observación mirando con disgusto hacia los zapatos multicolores y pantalones brillantes rojos ajustados.

Le sonrío a su tímido intento para hacerme reír. Enlazo mi brazo con Catalina y meto la barbilla en mi pecho, con la esperanza de que Pedro no observe mi huida en la noche


***

 
Ya he terminado con la mentira. Así que llamo a mis padres solicitando que conduzcan el auto hasta el campus, puedo decirles que cambié de opinión sobre querer el auto conmigo, o que tengo un trabajo de medio tiempo fuera de la escuela, como si hubiéramos hablado acerca de hacerlo. Pero en cambio, los hago venir a ambos al altavoz del teléfono y les digo la verdad. He estado en contacto con mi mamá biológica a través de correos electrónicos y estoy planeando ir a verla a Denver durante el próximo receso escolar. 

 
Su silencio son los diez segundos más largos de mi vida. Al final, están de acuerdo, diciendo que sabían que a la larga querría hacer esto, que es natural preguntarse acerca de dónde vienes. Los seres humanos están conectados a querer entender su identidad y su linaje. No les gusta la idea de que vaya sola, por lo que toma un rato el convencerlos, pero finalmente entran en razón. No estoy muy segura de que están totalmente de acuerdo con la idea, porque se preocupan de que termine decepcionada o herida, y por no hablar de conducir a través de medio país, sola. Pero insisto y ceden.  

Conducen a la ciudad el domingo para dejarme mi pequeño sedán rojo confiable, reunirse brevemente con Catalina y Noah, llevarme a comer y pasar la tarde trazando mi ruta, abarcando aspectos básicos de seguridad en la carretera, y me hacen prometer llamar todos los días.

Han sido mucho más geniales de lo que nunca imaginé, lo que me hace sentir peor porque consideré el mentirles. Me pregunto si reaccionarían tan bien si les hubiera ocultado esto, y se hubieran enterado después, por alguien que no sea yo. No, sé que estarían furiosos si ese fuera el caso. No puedo evitarlo pero veo la similitud sobre cómo Pedro se había enterado de mi pasado. Intento decirme que no importa, pero su reacción me lo dijo todo. Me pregunto si las cosas serían diferentes si le hubiera dicho desde el principio. Ahora es demasiado tarde. Pedro me ha desechado como una puta enferma. Soy mercancía dañada a sus ojos, y no debería estar suspirando por un hombre que no me quiere. Por supuesto, me gustaría que fuera así de simple. Mi cuerpo aún recuerda su tacto, y mi corazón todavía duele más que si hubiera sido arrancado cruelmente de mí.  


Mi computadora suena con un nuevo correo electrónico, y por un breve segundo me pregunto si es de Pedro. 


Cruzando la habitación, me quedo mirando la pantalla del ordenador con incredulidad.  

¿Mauricio?  

¿Por qué está contactando conmigo? Se fue a la escuela en Florida con una beca de baloncesto. Hubo un tiempo en el que pensé que apestaría ir a la universidad en dos estados diferentes. Ahora, todo un océano no es suficiente.


Hago clic en el mensaje.  


Hola Paula,  
Probablemente eliminaras esto sin leerlo. Sé que no merezco la oportunidad de explicar, pero he estado pensando en todo últimamente y quería disculparme. 
Me preocupaba por ti, y nunca quise que las cosas se salieran de control así. Le mostré a un par de chicos del equipo tus fotos sexys y, antes de darme cuenta, estaban por todas partes. Si sirve de algo, lo siento. Sé que tu último año apestó después de eso. Probablemente ya lo superaste, pero quería que lo supieras.
Mauricio.

Odio que haya estado cargando tanto dolor y rabia por dos años. Odio haberle permitido robarme cualquier momento. Suena bastante estúpido ahora que lo pienso. Elimino el mensaje sin responder, decidiendo que estoy perdiendo el tiempo con un idiota como Mauricio. Estoy más allá de perder algo de mi tiempo preocupándome por una mierda que no puedo cambiar. Enderezando los hombros, una lenta sonrisa se curva en mis labios. Se trata de toda una nueva Paula. ¡Soy mujer, escúchame rugir!

CAPITULO 33




Pedro 


Sacar a Veronica de mi cama y mi vida es otra vez un dolor en el trasero más grande de lo que esperaba. No estamos saliendo y no estamos juntos, pero ella parece haber bloqueado esa información. Desde la noche de borrachera donde tonteamos y me desmayé en mi cama, ha estado viniendo todos los días. Hoy,tengo que acabar con eso. 


Incluso si aún no estuviera plagado por los recuerdos de
Paula, sé que no quiero a Veronica.


Cuando Veronica llega, me aseguro de estar esperándola en la planta baja. No la quiero familiarizándose con mi habitación. 


Ella es todo sonrisas cuando viene y tira su bolso en el sofá. 


—Tenemos que hablar —le digo. 


Su expresión cae y se tensa. 


Puede darse cuenta por mi postura rígida que las cosas no van a ir a su manera. —Lo siento Veronica, sólo que no lo estoy sintiendo —murmuro, frotándome la mano por la nuca. 


—Parecías estar sintiéndolo muy bien cuando estabas en mi boca la semana pasada.


Cristo.


Arrebata el bolso que acaba de depositar en el sofá. —¿Sabes qué, Pedro? No desperdicies tu aliento. Ya he terminado con tu mierda.


—Lo siento, ¿de acuerdo? 

Pone los ojos y se va a toda prisa hacia la puerta, la cual abro para ella. —De todos modos he estado durmiendo con Hernan —añade antes de dar un portazo en mi cara.


Bonito.


Giro la cerradura de la puerta, como para probar un punto. 


Veronica ha terminado de invadir mi vida.Ese capítulo está cerrado.En cuanto a Paula...


todavía no estoy seguro.