Pedro
Un estridente chillido corta el aire como una incesante explosión.
Paula…
Empujo los pesados cuerpos para seguir el sonido y la encuentro sola en la sala de estar. Está apoyada contra la pared con sus rodillas pegadas al pecho… y está llorando.
¿Qué carajo?
La sostengo entre mis brazos, la llevo al baño más cercano y cierro la puerta tras nosotros. La pongo sobre el lavamos y le retiro el cabello de la cara. —Paula,cielo… dime qué pasó
Sorbe por la nariz en un suspiro tembloroso, mordiendo su labio inferior. —Lo siento, soy un desastre. —Usa la palma de la mano para retirar las lágrimas esparcidas en sus mejillas y me mira con expresión de dolor.
—¿Pajarito? ¿Alguien te hizo daño? Dime qué sucedió. —La sangre está golpeando en mis venas. Si alguien la hirió, está perdido.
Sacude la cabeza. —No, no es nada de eso. Es sólo que… vi a alguien de mi pasado… y recordé cosas que no quería recordar. —Un pequeño ataque de hipo golpea su pecho, y las lágrimas aún se deslizan de sus ojos.
Si pudiera quitar cualquier cosa que le haya pasado, lo haría. No me gusta cómo me siento de impotente. —Paula, dime quién es él. Déjame arreglar esto.
Se traga un sollozo. —No es él. Es ella. Y por favor no hagas nada, eso empeoraría las cosas.
¿Ella?
Mierda. Odio su pasado; odio lo que sea que no la deja avanzar.
—Paula, habla conmigo.
—No de esto, por favor, Pedro. No me hagas esto. Sólo podemos fingir… por una noche mas…Por favor.
La mirada en sus ojos está rompiendo mi estúpido corazón.
—Dime que es lo que necesitas. Lo haré, Pajarito, por favor. Dime.
Sacude la cabeza. —No puedo decírtelo, Pedro. No sé cómo.
Usando dos dedos, sostengo su barbilla. —Entonces déjame hacerte olvidar a cualquiera que te hizo esto. Deja que te ayude.
Asiente lentamente, sus ojos verdes quemando los míos con su intensidad.
—Por favor…
No dice nada más, porque estrello mis labios contra los suyos y un leve gemido sale de su garganta. Esta es la única manera en que sé cómo ayudarla, y parece que ella está bien con eso.
Mis dedos encuentran el botón de sus pantalones, mi lengua aún acaricia la suya. A pesar de sus temores y advertencias acerca de ir lento, los dos sabemos que hemos estado dirigiéndonos hacia esto todo este tiempo. Es la única arma en mi arsenal que la conduce fuera de su pasado. Y la voy a utilizar. No conozco alguna otra manera de aliviarla. La Operación Primer Orgasmo de Paula está en marcha.
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