Pedro
—¡Veronica, detente! —Me río, sin poder detenerme, porque resulta que después de unas diez cervezas, la sensación de opresión en mi pecho se vuelve insensible. Y mi ex novia igual de borracha es una distracción que parece no puedo rechazar. Está en el sofá junto a mí, tratando de hacerme cosquillas. Olvidé lo acaparadora que se vuelve después de unos tragos.
Veronica quita sus manos de debajo de mi camisa y se muerde el labio. La mirada practicada de seducción en su cara me es familiar y reconfortante. Sería tan fácil volver a caer en las cosas con ella, incluso si no es lo que realmente quiero.
Pero mi cerebro está cansado de tratar de funcionar por lo que tuve con Paula, y cómo me siento ahora. Me gustaría poder anular la visión de esas imágenes y volver a no saber, pero eso no es posible. Al principio estaba enojado con Veronica por empujar el teléfono de esa chica en mi cara y mostrarme a mi inocente y dulce Paula siendo cualquier cosa menos dulce, o inocente. Pero después de maldecir y golpear la pared un par de veces, sabía que Veronica no era con la que estaba enfadado.
La fiesta que nos rodea se ha calmado considerablemente, y sólo quedamos unos pocos —los chicos que viven aquí y sus ligues. Sé que esta noche Veronica está esperando con paciencia para ver si tendrá una oportunidad conmigo, y sinceramente, no lo sé. Ni siquiera lo he decidido todavía. Lo que probablemente significa que mi polla decidirá por mí más tarde. Y puesto que es fácilmente engañada por Veronica, tengo la sensación de que sé lo que pasará.
Paula y yo nunca fuimos una pareja oficial, y después de la forma en que su pasado fue arrojado a mi cara así... No le debo nada. Se fue el otro día sin decir nada más, pero ¿qué podía decir después que vi muchas fotos de ella con los genitales de otro tipo en su boca? Dios, incluso odio que ese lado de ella exista. El impulso de golpear algo de nuevo pica dentro de mí, justo cuando Veronica se acerca más.
—Llévame arriba —susurra.
Empujo las imágenes de mi cabeza y hundo mis dedos alrededor de Veronica, necesitando algo cálido y familiar a lo que aferrarme. —Vamos.
Me tumbo en la cama, esperando a que Veronica regrese del baño, preguntándome qué carajo estoy haciendo.
Cuando aparece en la puerta y se pasea hacia mi cama, maldigo a la lámpara de mi tocador, en este momento, iluminando la habitación. Esto sería más fácil si no tuviera que verla, porque mi mente no deja de compararla con Paula. El pelo castaño y suave de Paula, aquellos grandes ojos verdes.
Cuando Veronica se sienta a horcajadas sobre mi regazo, dejo que mis ojos se cierren. Y cuando se inclina para besarme, lucho para apagar mi cerebro. Sin embargo, es imposible no darse cuenta que su boca no se ajusta a la mía como la de Paula, que huele diferente, que usa demasiado perfume.
—Espera. —Rompo el beso y Veronica abre los ojos—. Ve a apagar las luces.
Frunce el ceño. —Antes no querías apagar las luces.
—Lo sé, pero ahora sí.
Se muerde la mejilla, su mente está trabajando, pero obedientemente se levanta de mi regazo y cruza la habitación para apagar la lámpara. Una vez que la habitación está iluminada sólo por la tenue luz de la luna, regresa a mí, quitándose su camisa y su sujetador antes de llegar a la cama. La familiaridad debería consolarme, pero mi mente se tambalea.
Frota una mano bien cuidada contra mi polla desinteresada.
—Simplemente relájate, Pedro. Deja que me ocupe esta noche.
No la quiero. Pero, ¿sería tan malo hacer esto? ¿Dejar que trate de hacerme olvidar a la chica que realmente quise? Veronica sabe que no estamos juntos. Ya hemos pasado por esto. No cambiará nada entre nosotros. Los dedos de Veronica se dirigen a la hebilla de mi cinturón y cierro los ojos otra vez, luchando conmigo mismo por relajarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario