martes, 24 de junio de 2014

CAPITULO 20



Pedro


Paula está húmeda y enrojecida por el agua caliente y está tumbada sobre mi almohada. Es una hermosa vista. Se muerde el labio inferior. —¿Estás seguro de que tu mamá no se va a enojar porque yo estoy aquí?


Mi madre sabía que yo era sexualmente activo desde que tenía dieciséis años y me proporcionó condones, estoy bastante seguro de que estaría de acuerdo con esto. 


Asiento. —No le importará. Confía en mí.


—Bueno, no voy a dormir aquí —dice.


—Lo que tú quieras.


Me acuesto a su lado, enrollo mi cuerpo alrededor del de ella. Se ha cambiado a un par de pantalones cortos y una camiseta para dormir, sin sujetador, mi polla no me deja olvidar eso, pero no tengo planes de presionarla más lejos de lo que ella quiere ir. Me puse unos vaqueros y una camiseta, ya que no quería ser presuntuoso. Paula serpentea una mano bajo mi camisa y apoya la palma de la mano contra mi espalda. El simple toque es muy íntimo, a pesar de la prudencia, ella está compartiendo algo físico.


Acerca su cuerpo más al mío, y me quedo quieto, lo que le permite tomar la iniciativa. Está mirando a mi boca otra vez y sé que no voy a ser capaz de resistirme. Fijo mi brazo alrededor de ella, me inclino y la beso. No estoy acostumbrado a ir tan lento, demonios, no estoy acostumbrado a tener una chica en la cama de mi casa después de sólo una cena con mi madre. Pero me gusta. La boca enfurruñada de Paula es tan suave contra la mía, que no puedo resistirme a profundizar el beso, saboreando de nuevo. Y cuando mi lengua encuentra la de ella, su suave gemido acentúa el silencio, y el deseo corre por mi cuerpo. 


Antes de que tenga tiempo para considerar mi próximo movimiento, estoy encima de ella, enjaulándola con mi cuerpo, besándola profundamente y aplastando mis caderas contra las de ella. La forma en que Paula mueve su cuerpo bajo el mío, deslizando sus manos hacia arriba y abajo de mi espalda, inclinando sus caderas para encontrarse con las mías es increíble. Ella es caliente y suave y quiero más.


Rompe el beso repentinamente. —Pedro, ¿qué estamos haciendo? 

Mi mano se congela en sus costillas, sintiendo su corazón rebotar entre ellas. 

¿Quiere hablar ahora? 

—Estoy tratando de llegar a la segunda base. —Sonrío débilmente. 

Se ríe en voz baja, enterrando su cara en mi hombro. —Quiero decir ¿qué es esto... entre nosotros?


—¿Qué quieres que sea? —Aparto el pelo suelto de su cara.


—No lo sé —admite.


—Está bien. —No me da mucho para seguir adelante—. ¿Es necesario que me detenga?


Esta vez su voz es firme. —No.


Gracias a Dios.


—Ahora, sobre la segunda base. —Su voz es cuidadosa y forma en su boca una sonrisa amable.


Esa sonrisa se apodera de mi boca. Esta chica es demasiado. Me moriría si no quisiera que la tocara allí. Sus tetas son encantadoras de la manera más molesta posible. Apenas había sido capaz de mantener las manos lejos de ellas en el jacuzzi, que se asomaban desde el pequeño bikini, pero ahora sólo hay una fina camiseta de algodón que nos separa, y me está engatusando sucesivamente. 


Mierda, puedo sentir sus pezones raspando contra mí cuando se mueve. 

La sonrisa sigue jugando en el borde de sus labios, Paula levanta su camisa sobre su cabeza y la tira al suelo. Santa. Mierda. No hace ningún movimiento para
cubrirse, aunque sus mejillas tienen un toque de color. Su pecho se eleva y cae pesadamente con cada respiración, y sus ojos se quedan pegados a los míos.


—Eres increíble —le susurro, arrastrando mis nudillos sobre su clavícula mientras mis ojos se desplazan hacia abajo—. Tan hermosa.


Traga con dificultad y sus manos se apresuran a retirar mi camisa. La saco sobre la parte posterior de mi cabeza y la tiro al suelo, y luego me pongo sobre ella de nuevo. ¿Por qué nunca me había dado cuenta de la brillantez del contacto de piel contra piel? Ella es cálida y suave y todavía se mueve en contra de mí. Esto no podría haber sido más íntimo si estuviese dentro de ella. Su piel cálida frotándose contra la mía, el ascenso y la caída de sus pechos pesados con cada respiración es suficiente para desatarme.

Paso un dedo ligeramente a través de su pezón mientras delicadamente toco su otro pecho. Paula aspira una bocanada de aire y un pequeño gemido se escapa en su exhalación. Estoy tratando de ser suave, cuidadoso con ella, por eso voy lento. Tengo la sensación de que es un gran momento entre nosotros, y no quiero hacer nada para destruirlo. Pero nunca he estado tan encendido, y tengo que luchar contra el impulso de ir más lejos. No estoy acostumbrado a estar controlado.


Sus pezones se contraen bajo mi tacto y su corazón late con fuerza en el pecho.


Prosigo dándole suaves besos a lo largo de su cuello, disfrutando de la sensación de su cuerpo retorciéndose debajo de mí.


Mis manos la tocan y exploran y, la acarician mientras mi boca busca la de ella, devorándola, con la necesidad de poseerla de esta forma. Por ahora.

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