Paula
Por la mañana, la mamá de Pedro redime sus habilidades de cocina, haciendo los más deliciosos waffles caseros con arándanos frescos. Nos reunimos alrededor de la mesa, comiendo en silencio, pero puedo sentir los ojos de Pedro constantemente vagando hacia mí. Él y yo no nos hemos dicho mucho después de la extremadamente caliente sesión de besuqueo de anoche. No creo que Pedro suela ir tan lento, pero me sentí orgullosa de que mantuvimos las cosas bajo control. A pesar de que nuestras camisetas estaban fuera, los pantalones se quedaron firmemente en su lugar. Lo cual no fue fácil, sobre todo porque yo podía sentir la excitación de Pedro luchando contra sus vaqueros. Joder. Tengo que evitar que mi mente siga con esos pensamientos sucios. Me concentro en tomar otro bocado de los waffles frente a mí.
—Así que… qué deberíamos hacer hoy —pregunta Pedro.
—Pueden hacer lo que quieran —responde su mamá.
Pedro se vuelve para mirarme, midiendo mi reacción.
Me encojo de hombros, mi expresión relajada y abierta.
—Bueno, pensé que hoy podríamos estar contigo —le dice Pedro a su madre—. Y después, esta noche me podría salir con Paula y presentarla a algunos de mis amigos.
—Sí, eso suena genial. Estoy abierta a lo que sea. —Me siento sorprendentemente en casa y cómoda estando con Pedro y su mamá. No hay nada de la torpeza de ser un huésped de la casa, o tratar de forzar una conversación
educada sólo para llenar los silencios. Anoche superamos eso muy rápido, nos habíamos metido en algunos temas bastante pesados, los cuales Pedro trató con facilidad.
Tiene un carácter fácil y natural que hace que la gente se sienta cómoda al instante. Me gusta estar cerca de él. Me siento aceptada y cómoda, lo que tratándose de mí es algo importante. Estos últimos años, no siempre me he sentido cómoda en mi propia piel, y mucho menos en compañía de un tipo como Pedro.
Estoy agradecida de haberme encontrado con él y darle una oportunidad. A pesar de lo que había oído acerca de su reputación, no ha sido nada como el fiestero y mujeriego chico de fraternidad que Madison le hace parecer. Y a decir verdad, de hecho me gusta que tenga un pasado del que no se siente orgulloso. Puede que le sea más fácil aceptar el mío sabiendo que él tampoco es perfecto.
Ayudo a la mamá de Pedro con los platos del desayuno mientras Pedro hace algunos quehaceres de la casa—cambiar una bombilla en el garaje y sustituir la batería de un detector de humo. Se siente muy natural y acogedor estar aquí con ellos. Estoy disfrutando el fin de semana lejos del campus y los dormitorios.
Nos tumbamos el resto del día, relajándonos en casa con su madre. Ella nos hace el almuerzo e incluso muestra algunos álbumes de Pedro siendo bebé. Era el bebé más lindo, regordete, rubio, de ojos azules que haya visto. En serio, podría haber sido modelo.
Pedro se sienta en el sillón y frunce el ceño mientras su madre y yo nos amontonamos en el sofá, hojeando las fotos, riéndonos y murmurando lo lindo que era. En serio, fue bendecido genéticamente. No tengo dudas de que algún día hará bebés hermosos.
Pedro dice que la noche será algo tranquilo, sólo un casual encuentro en el apartamento de su amigo Radar. Al parecer, el apellido de su amigo Tomas era Radaresky y todo el mundo lo había llamado Radar desde octavo grado. Pedro ha sido amigo de este grupo desde hace años y trata de visitarlos cada vez que está en casa por un fin de semana. Ellos habían decidido permanecer en la ciudad y conseguir un trabajo en vez de ir a la universidad.
También menciona que este es un grupo de amigos que su padre no aprueba. No es de extrañar que Pedro sea tan
leal, parece que haría cualquier cosa para desafiar a su padre.
Me visto en un par de vaqueros y una camiseta de manga larga. Las noches empiezan a refrescar mientras el otoño se asienta. Pedro me encuentra en el vestíbulo, viéndose delicioso en pantalones vaqueros y una sudadera con capucha de color azul claro que resalta el azul de sus ojos.
Sólo Pedro puede hacer que unos vaqueros y una sudadera luzcan sexy. Joder, estoy en problemas.
Pedro besa a su madre despidiéndose. —Vamos a llegar tarde, mamá, así que no nos esperes despierta.
—Está bien. —Nos despide con la mano.
Es un paseo rápido en auto a través de la ciudad hasta un edificio antiguo de apartamentos con ladrillos en el frente. Pedro me guía por tres tramos y llama a la puerta con una serie de golpes secretos antes de abrirla. Es interesante echar un vistazo a su vida fuera de la casa de la fraternidad.
Me gustan todos los lados que me está mostrando: primero, el lado cariñoso con su madre, y ahora su disposición a presentarme a sus amigos de casa.
—¡Oye! —grita un tipo rubio esquelético cuando Pedro cruza la puerta—. Adonis —dice, levantando su vaso en un saludo burlón.
—¿Adonis? —pregunto a Pedro, permaneciendo detrás de él para entrar en el apartamento.
Pedro se ríe y niega con la cabeza. —Dios griego.
Eso es correcto. Adonis era el dios griego de la belleza. Puedo ver eso. Él tiene un maldito paquete de ocho, por amor de Dios. Por no hablar de ese hermoso rostro, penetrantes ojos azules y su cabello perfectamente con estilo que luce como si hubiera rodado fuera de la cama después de un revolcón sexy. Pero es divertido para mí que incluso sus amigos hombres sean conscientes de su condición superior y se burlen de eso.
Lo toma con buen humor —la expresión de su rostro es relajada y divertida.
Me conduce hacia una mesa de póquer y hacia el grupo de chicos en medio de un juego de cartas. Me presenta a Radar, el tipo rubio con la amplia sonrisa que le llamó Adonis; David, un tipo hippie con pelo desgreñado; Sal, una chica de piel aceitunada, con una gorra de béisbol que le cubre los ojos; y Mateo, un hombre alto pelirrojo con los ojos azules más brillantes que jamás haya visto. Todos dicen hola, pero es obvio que estamos interrumpiendo su juego.
Nos aventuramos a la sala siguiente, donde un chico y una chica están jugando un juego de video y otra se sienta de mal humor en el extremo del sofá.
Pedro no me presentará, pero veo que intercambian una mirada que es cualquier cosa menos agradable. Tengo la sensación de que tienen un pasado, y tan curiosa como soy, una parte de mí no quiere saber. Ya estoy al tanto de la historia de Pedro con las mujeres, pero eso no significa que quiera sentarme allí mientras que una chica con la que se haya acostado nos dispare dagas con los ojos.
Le doy un tirón a su brazo. —¿Podemos conseguir algo de beber?
—Por supuesto. —Pedro parece aliviado de dejar la torpeza atrás.
Estamos en la cocina bebiendo cerveza de unas botellas, mientras la pregunta sobre quién es la amarga chica de la otra habitación permanece sobre la punta de mi lengua. Una parte de mí sólo quiere preguntarle, pero no lo hago. No estamos saliendo y no le he dicho prácticamente nada sobre mi pasado, así que ¿quién me da el derecho de fisgonear?
Pedro se ve pensativo, apoyado en el mostrador como si quisiera decir algo.
—La respuesta a tu pregunta es sí —dice finalmente.
—¿Qué pregunta?
—Te estás preguntando si me acosté con esa chica de ahí.
Guau. Su honestidad me nivela. —¿Y lo hiciste?
Asiente. —En la secundaria.
—¿Por qué me dices esto? —No me debe una explicación.
—Porque sé que lo notaste y quiero ser honesto contigo.
—Oh. —Honestidad. Qué concepto.
.
—Fue sólo una vez, estaba borracho en una fiesta. Creo que ella esperaba que se convirtiera en algo más.
Lo estudio, con los ojos de color azul marino, su áspera y cincelada mandíbula espolvoreada con un rastrojo de luz. Puedo ver cómo las chicas probablemente se lanzan hacia él, con la esperanza de que va a convertirse en más.
—¿Pero no lo hizo?
Niega con la cabeza. —Yo era un idiota en ese entonces. Era mi último año de secundaria, y estaba a punto de salir para la universidad. No quería estar atado a una novia, quería jugar. Y cuando ella me dijo que siempre le había gustado, asumí que estaría bien con una noche...
Aunque no podía exactamente relacionarme con lo que la chica había tenido que pasar, aún sé la cadena de rechazos que sufres cuando el tipo al que te entregaste físicamente no lo valora. —Tienes que ir a hablar con ella. Disculparte.
El reconocimiento cruza sus facciones, pero antes de que pueda responder, Radar viene caminando hacia la cocina. Él y Pedro comparten un abrazo de hermanos —del tipo que viene con un apretón de manos y luego un par de palmadas fuertes en la espalda. A continuación, Radar se vuelve hacia mí.
—Bienvenido al palacio del amor de Radar. —Sus manos hacen un gesto hacia delante, señalando una pequeña cocina sucia, y tenuemente iluminada, de un apartamento escasamente amueblado. Si cree que esto es un palacio del amor, estoy segura que Radar no ha visto acción en bastante tiempo.
—Idiota. —Pedro empuja en broma el hombro de su amigo—. Mantén un ojo en Paula por un minuto. Iré a hablar con Laura.
Radar asiente. —Claro que sí, jefe.
No sé lo que podría salir de ahí, pero estoy orgullosa de que Pedro por lo menos trate de hacer las paces con la chica.
Radar agarra una cerveza fresca de la nevera antes de recorrerme de arriba abajo con una sonrisa. —Pedro debe ser bastante serio contigo. Nunca ha traído una chica a casa por un fin de semana.
Me ruborizo. —Oh no, sólo somos amigos.
Radar ríe, un hoyuelo aparece en un costado de su boca mientras su sonrisa se ensancha. —Confía en mí. Él quiere ser más.
Quiero discutirlo, pero me pregunto si Radar podría tener razón. No estoy segura de lo que está pasando entre Pedro y yo, sólo que me gusta hacia dónde se dirige.
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