sábado, 5 de julio de 2014

CAPITULO 46




Pedro

 
Catalina nos lleva a mi casa, y el reducido número de autos fuera me dice que la fiesta se ha calmado un poco. Una vez adentro, guío a Paula directamente hacia la escalera, no queriendo que nada ni nadie se interponga en nuestro camino esta vez. Veo por el rabillo del ojo que Veronica sigue acá, y su sonrisa de satisfacción decae cuando me ve agarrando la mano de Paula. Es una pena. Va a tener que superarlo, porque Paula no irá a ninguna parte.


Necesito a esta chica en mi vida.


Hicimos planes con nuestras familias para conocernos este invierno, para estar juntos durante las vacaciones de primavera y también espero que cada fin de semana por medio. Si su pasado no nos va a parar, mi ex novia sin duda tampoco lo hará.


La mano de Paula se estrecha alrededor de la mía y obedientemente me sigue. Sé que no va a dejar que Veronica interfiera otra vez. Estoy orgulloso de mi chica.


Me detengo en las escaleras, al darme cuenta que quizás es de mala educación llevarla directamente a mi dormitorio. Es sábado por la noche y hay una fiesta. Quizás ella quiere disfrutarla un poco. —¿Quieres un trago o algo?


Me mira como si le acabara de preguntar si le gusta asesinar cachorros. — Sube tu culo caliente por las escaleras y deja de detenerte. 

Guau. Eso fue jodidamente caliente. —Sí, señora. —No tiene que decírmelo dos veces. Incluso si ella está la mitad de lista que yo, es probable que esté a punto de entrar en combustión. Sé cómo soy.


Una vez que estamos dentro de mi habitación, al instante cae en mis brazos, presionando su cuerpo al mío y besándome. Pateo la puerta detrás de nosotros. 

Tengo que calmarme para que esto no termine antes de empezar. No me quiero avergonzar. Y necesito recordar que es su primera vez.

Muevo a Paula a mi cama, le doy un empujón juguetón en sus hombros y cae en el colchón, riendo. Incapaz de permanecer lejos, rápidamente me sumo a ella. —Eres hermosa cuando te ríes así. 

Su rostro se pone serio y estoy a punto de preguntarle qué está mal, pero sus dedos se acercan al botón de mis vaqueros y de repente olvido cómo hablar.

5 comentarios: