lunes, 30 de junio de 2014

CAPITULO 34





Paula 


—Basta de estar deprimida —dice Cata, arrebatándome la novela romántica obscena de las manos—. Vamos, vas a venir conmigo y Noah. 


—Pero estaba en la parte en que él le da azotes por primera vez... —Guau. No puedo creer que haya dicho eso.Tampoco puedo creer que estoy leyendo el libro que Catalina metió en mis manos después de terminarlo en un solo día. Pero tiene razón, es adictivo. 


 —Dije que te gustaría las obscenidades. Pero puedes leer más tarde. Vamos a los bolos.


No quiero renunciar a los progresos que he hecho, así que me visto, me maquillo y dejo a Catalina arreglar mi cabello largo y loco. La chica en el espejo se ve diferente, pero sigo siendo yo. Tal vez incluso una mejor versión de mí. Ya no está aterrorizada de ser descubierta, porque lo peor ya ha pasado, un chico del que estaba enamorada lo descubrió de la manera más espectacular y desde eso no me ha hablado, y no puede ser mucho peor que eso. Así que me he cansado de ocultarme en los dormitorios, mientras que mis amigos salen los fines de semana. 


Tal vez si finjo que soy normal y no estoy destruida por el rechazo de Pedro, las cosas empiecen a encajar. Finge hasta que lo consigas. ¿Cierto?


Con la verdad afuera en el mundo, debería sentirme más libre. Pero el efecto es más como una gran carga. Ya no es necesario que me oculte. Me siento peor que nunca. 


Debería haber tenido las agallas de decirle a Pedro. Fue una gran parte de mi curación, y también se abrió a sí mismo en el camino. Pero al ocultárselo desvaloricé toda la experiencia. Si terminó conmigo, por lo menos quiero mantener nuestros recuerdos, pero ahora están amargados con mi propia culpa y auto aborrecimiento.


Cuando llegamos a la bolera, todas las promesas de una noche discreta parecen esfumarse. Delta Sig ha alquilado la mitad del lugar para una fiesta privada. Tienen que estar bromeando. Me detengo en la entrada y Catalina mira al
grupo de chicos borrachos desagradables que ocupan la mitad de la pista de bolos.  


—¿Lo sabías? —me dirijo a ella. 

 
—No. Te lo juro. Podemos ir a un lugar diferente si quieres.  
Noah toma mi mano y le da un apretón. —No vas a salir corriendo en esta ocasión, amor. ¿Lo entiendes?  


Asiento. —Sí. Está bien. —Creo que puedo hacer esto.  


Noah paga por nuestra pista mientras que Catalina y yo vamos a buscar horribles zapatos de bolos de nuestra medida. Catalina lidera el camino de regreso a nuestra pista, que es por suerte en el lado opuesto de los chicos Sig Delta. No veo a Pedro. Es posible que no esté aquí. Pero de cualquier manera, sé que no voy a ser capaz de relajarme con la promesa de su presencia amenazante en el fondo.  

Verlo en persona forzaría los sentimientos que no puedo manejar en este momento. Pensé que estaba sanando, pero su presencia me aseguraría que no era el caso. Lejos de ello. Extraño sus abrazos que me levantaron del piso, su estúpido apodo para mí, el brillo sexy en sus ojos cuando quería besarme...


Selecciono una bola y cuando me vuelvo, diviso a Pedro y Veronica al otro lado del lugar. Ugh. Como si verlo no fuera lo suficientemente malo... Veronica envuelve sus brazos alrededor de su cintura y, a pesar de que las manos de él se mantienen sueltas a los costados, no hace nada para detenerla. El dolor de verlos juntos se clava en mi pecho. 


Tal vez sobrestimé todo lo que habíamos compartido. Tal vez él y Veronica han sido siempre algo mas que “ex” amables y me negué a verlo  Así como Veronica me señaló una vez, él y yo nunca fuimos exclusivos. Eso no significa que el dolor de perderlo hiera menos. Sobre todo por la manera en que terminó. La mirada fría de sus ojos  el tono inexpresivo en su voz… Nunca olvidaré eso.

  
Pedro se inclina y le susurra algo al oído a Veronica, y ella estalla en carcajadas, golpeándole el brazo. Ver esto no ayuda de ninguna forma a mi dolor. 

 
Bajo la bola antes de que cayera sobre mi pie, luego me dirijo hacia Cata y Noah. —Me equivoqué. Tengo que irme. —Tengo que salir de aquí antes de que haga algo torpe, como empezar a llorar en medio de la pista de bolos. Señor, esto es ridículo.  

Intercambian una mirada y asienten en comprensión silenciosa. 

—Sí, vamos —concuerda Noah—. Estos zapatos son una parodia total con estos pantalones—. Hace su observación mirando con disgusto hacia los zapatos multicolores y pantalones brillantes rojos ajustados.

Le sonrío a su tímido intento para hacerme reír. Enlazo mi brazo con Catalina y meto la barbilla en mi pecho, con la esperanza de que Pedro no observe mi huida en la noche


***

 
Ya he terminado con la mentira. Así que llamo a mis padres solicitando que conduzcan el auto hasta el campus, puedo decirles que cambié de opinión sobre querer el auto conmigo, o que tengo un trabajo de medio tiempo fuera de la escuela, como si hubiéramos hablado acerca de hacerlo. Pero en cambio, los hago venir a ambos al altavoz del teléfono y les digo la verdad. He estado en contacto con mi mamá biológica a través de correos electrónicos y estoy planeando ir a verla a Denver durante el próximo receso escolar. 

 
Su silencio son los diez segundos más largos de mi vida. Al final, están de acuerdo, diciendo que sabían que a la larga querría hacer esto, que es natural preguntarse acerca de dónde vienes. Los seres humanos están conectados a querer entender su identidad y su linaje. No les gusta la idea de que vaya sola, por lo que toma un rato el convencerlos, pero finalmente entran en razón. No estoy muy segura de que están totalmente de acuerdo con la idea, porque se preocupan de que termine decepcionada o herida, y por no hablar de conducir a través de medio país, sola. Pero insisto y ceden.  

Conducen a la ciudad el domingo para dejarme mi pequeño sedán rojo confiable, reunirse brevemente con Catalina y Noah, llevarme a comer y pasar la tarde trazando mi ruta, abarcando aspectos básicos de seguridad en la carretera, y me hacen prometer llamar todos los días.

Han sido mucho más geniales de lo que nunca imaginé, lo que me hace sentir peor porque consideré el mentirles. Me pregunto si reaccionarían tan bien si les hubiera ocultado esto, y se hubieran enterado después, por alguien que no sea yo. No, sé que estarían furiosos si ese fuera el caso. No puedo evitarlo pero veo la similitud sobre cómo Pedro se había enterado de mi pasado. Intento decirme que no importa, pero su reacción me lo dijo todo. Me pregunto si las cosas serían diferentes si le hubiera dicho desde el principio. Ahora es demasiado tarde. Pedro me ha desechado como una puta enferma. Soy mercancía dañada a sus ojos, y no debería estar suspirando por un hombre que no me quiere. Por supuesto, me gustaría que fuera así de simple. Mi cuerpo aún recuerda su tacto, y mi corazón todavía duele más que si hubiera sido arrancado cruelmente de mí.  


Mi computadora suena con un nuevo correo electrónico, y por un breve segundo me pregunto si es de Pedro. 


Cruzando la habitación, me quedo mirando la pantalla del ordenador con incredulidad.  

¿Mauricio?  

¿Por qué está contactando conmigo? Se fue a la escuela en Florida con una beca de baloncesto. Hubo un tiempo en el que pensé que apestaría ir a la universidad en dos estados diferentes. Ahora, todo un océano no es suficiente.


Hago clic en el mensaje.  


Hola Paula,  
Probablemente eliminaras esto sin leerlo. Sé que no merezco la oportunidad de explicar, pero he estado pensando en todo últimamente y quería disculparme. 
Me preocupaba por ti, y nunca quise que las cosas se salieran de control así. Le mostré a un par de chicos del equipo tus fotos sexys y, antes de darme cuenta, estaban por todas partes. Si sirve de algo, lo siento. Sé que tu último año apestó después de eso. Probablemente ya lo superaste, pero quería que lo supieras.
Mauricio.

Odio que haya estado cargando tanto dolor y rabia por dos años. Odio haberle permitido robarme cualquier momento. Suena bastante estúpido ahora que lo pienso. Elimino el mensaje sin responder, decidiendo que estoy perdiendo el tiempo con un idiota como Mauricio. Estoy más allá de perder algo de mi tiempo preocupándome por una mierda que no puedo cambiar. Enderezando los hombros, una lenta sonrisa se curva en mis labios. Se trata de toda una nueva Paula. ¡Soy mujer, escúchame rugir!

CAPITULO 33




Pedro 


Sacar a Veronica de mi cama y mi vida es otra vez un dolor en el trasero más grande de lo que esperaba. No estamos saliendo y no estamos juntos, pero ella parece haber bloqueado esa información. Desde la noche de borrachera donde tonteamos y me desmayé en mi cama, ha estado viniendo todos los días. Hoy,tengo que acabar con eso. 


Incluso si aún no estuviera plagado por los recuerdos de
Paula, sé que no quiero a Veronica.


Cuando Veronica llega, me aseguro de estar esperándola en la planta baja. No la quiero familiarizándose con mi habitación. 


Ella es todo sonrisas cuando viene y tira su bolso en el sofá. 


—Tenemos que hablar —le digo. 


Su expresión cae y se tensa. 


Puede darse cuenta por mi postura rígida que las cosas no van a ir a su manera. —Lo siento Veronica, sólo que no lo estoy sintiendo —murmuro, frotándome la mano por la nuca. 


—Parecías estar sintiéndolo muy bien cuando estabas en mi boca la semana pasada.


Cristo.


Arrebata el bolso que acaba de depositar en el sofá. —¿Sabes qué, Pedro? No desperdicies tu aliento. Ya he terminado con tu mierda.


—Lo siento, ¿de acuerdo? 

Pone los ojos y se va a toda prisa hacia la puerta, la cual abro para ella. —De todos modos he estado durmiendo con Hernan —añade antes de dar un portazo en mi cara.


Bonito.


Giro la cerradura de la puerta, como para probar un punto. 


Veronica ha terminado de invadir mi vida.Ese capítulo está cerrado.En cuanto a Paula...


todavía no estoy seguro.

domingo, 29 de junio de 2014

CAPITULO 32



Paula   


Odio cuán sola me siento sin Pedro. No hemos hablado desde aquel acalorado intercambio en su habitación después de que descubrió mi pasado. Sé que no debería haberlo hecho, pero una pequeña parte de mi esperaba que él estuviera bien con aquello. Bueno, no bien, pero quizá más comprensivo. Supongo que él tampoco era quién yo pensé. Fue estúpido pensar que podría ser quien me salvara. 


Había aprendido hace mucho tiempo a confiar nada más que en mí y a no poner demasiada acción en otros. Al final me defraudarán de todas formas.


No puedo cambiar mi pasado. Y tanto como desearía poder hacerlo, no puedo localizar a todas las personas quienes han descargado ese degradante collage. Lo único que puedo controlar es qué hacer a continuación.


Dándome cuenta de que es tiempo de lidiar con mis problemas de identidad y enfrentar mi pasado de una vez por todas, abro mi portátil e inicio sesión en mi correo. Me debato en crear una dirección genérica que no pueda conectarse a mí, pero al final, quiero que mi mamá de nacimiento conozca mi nombre de tal forma que sepa quién soy.


Escribo lo que me había propuesto en un mensaje breve, pero resulta que cuando le estás enviado un correo a tu mamá por primera vez, hay mucho que decir. Le cuento acerca de mis papás, el cómo tuve una gran niñez, y que ahora estoy en la universidad. Le hablo de mi compañera de cuarto y de nuestro loco amigo gay, Noah, a quien le gusta pedirnos la ropa. Derramo mi corazón en esa nota, esperando que ella se ría cuando la lea y entienda que soy una chica normal y feliz. O, diablos, tal vez sólo estoy intentando probarme a mí misma que lo soy; de cualquier manera, hago clic en enviar antes de que cambie de parecer y borre todo. 

Catalina regresa de su clase poco tiempo después, dejando caer su bolso en el piso y girándose para verme con una expresión de preocupación. —Hola… ¿cómo estás? —La simpatía en sus ojos es nueva.


—Um, bien supongo. 

Cruza la habitación y me abraza, empujándome con fuerza entre sus brazos. 

Uh-oh. Catalina no es una abrazadora.


—¿Qué ocurre? —pregunto, envolviendo un brazo torpemente alrededor de su espalda.


—Necesitamos hablar. —Se aleja de repente, sus manos descansando en mis hombros—Pedro me paró hoy después de clases.


Oh. 

Mierda. 

—¿Y? 

—Y me contó. Todo. 

Mi corazón se hunde. 

Cata continúa—: Al principio era tímido, preguntándome acerca de tus antecedentes de citas, tu experiencia con chicos. —Deja escapar una risita nerviosa—. Básicamente le dije que no sabrías qué hacer si un pene te golpea arriba de la cabeza. Pero él me informó que estaba equivocada. Al principio fui orgullosa, pero entonces me explicó acerca de las fotos que tu ex usó para explotarte, y lo lamento tanto, Paula, no tenía idea. Ahora me siento terrible por siempre intentar hacerte salir de tu caparazón. Pensé que sólo eras un poco tímida, no que estabas marcada por un evento traumático.

—Está bien, Cata. No le digo a la gente acerca de eso. Pero estoy bien. 

—¿De verdad? —Sus cejas se arrugan en preocupación. 

Me encojo. —Estoy intentando hacerle frente. No es como si tuviera opción. Ya no me quiero esconder debajo de una roca. 

Sonríe. —Bien, cariño. Eso está bien. —Le da un apretón a mi mano—. Estoy aquí para ti.


—Gracias, Cata —No debería importar, pero lo hace, y no puedo evitar sondear por un poco de información sobre Pedro—. Así que, ¿de qué humor estaba Pedro?


La sonrisa de Catalina cae. —Parecía triste, preocupado por ti pero mayormente triste. Quería asegurarse de que estabas bien. 

—Oh. —No sé qué significa eso, o cómo procesar esta información. No es como si me hubiera vuelto a llamar, o a sentarse cerca de mí en las clases que compartimos. No puedo controlar la respuesta de Pedro al enterarse de mi pasado.

Lo único que puedo hacer es seguir adelante y rezar para que todo funcione como se supone que tiene que hacerlo.

CAPITULO 31



Pedro 


—¡Veronica, detente! —Me río, sin poder detenerme, porque resulta que después de unas diez cervezas, la sensación de opresión en mi pecho se vuelve insensible. Y mi ex novia igual de borracha es una distracción que parece no puedo rechazar. Está en el sofá junto a mí, tratando de hacerme cosquillas. Olvidé lo acaparadora que se vuelve después de unos tragos.


Veronica quita sus manos de debajo de mi camisa y se muerde el labio. La mirada practicada de seducción en su cara me es familiar y reconfortante. Sería tan fácil volver a caer en las cosas con ella, incluso si no es lo que realmente quiero. 


Pero mi cerebro está cansado de tratar de funcionar por lo que tuve con Paula, y cómo me siento ahora. Me gustaría poder anular la visión de esas imágenes y volver a no saber, pero eso no es posible. Al principio estaba enojado con Veronica por empujar el teléfono de esa chica en mi cara y mostrarme a mi inocente y dulce Paula siendo cualquier cosa menos dulce, o inocente. Pero después de maldecir y golpear la pared un par de veces, sabía que Veronica no era con la que estaba enfadado.


La fiesta que nos rodea se ha calmado considerablemente, y sólo quedamos unos pocos —los chicos que viven aquí y sus ligues. Sé que esta noche Veronica está esperando con paciencia para ver si tendrá una oportunidad conmigo, y sinceramente, no lo sé. Ni siquiera lo he decidido todavía. Lo que probablemente significa que mi polla decidirá por mí más tarde. Y puesto que es fácilmente engañada por Veronica, tengo la sensación de que sé lo que pasará. 

Paula y yo nunca fuimos una pareja oficial, y después de la forma en que su pasado fue arrojado a mi cara así... No le debo nada. Se fue el otro día sin decir nada más, pero ¿qué podía decir después que vi muchas fotos de ella con los genitales de otro tipo en su boca? Dios, incluso odio que ese lado de ella exista. El impulso de golpear algo de nuevo pica dentro de mí, justo cuando Veronica se acerca más. 

—Llévame arriba —susurra. 

Empujo las imágenes de mi cabeza y hundo mis dedos alrededor de Veronica, necesitando algo cálido y familiar a lo que aferrarme. —Vamos.



Me tumbo en la cama, esperando a que Veronica regrese del baño, preguntándome qué carajo estoy haciendo. 


Cuando aparece en la puerta y se pasea hacia mi cama, maldigo a la lámpara de mi tocador, en este momento, iluminando la habitación. Esto sería más fácil si no tuviera que verla, porque mi mente no deja de compararla con Paula. El pelo castaño y suave de Paula, aquellos grandes ojos verdes.


Cuando Veronica se sienta a horcajadas sobre mi regazo, dejo que mis ojos se cierren. Y cuando se inclina para besarme, lucho para apagar mi cerebro. Sin embargo, es imposible no darse cuenta que su boca no se ajusta a la mía como la de Paula, que huele diferente, que usa demasiado perfume.


—Espera. —Rompo el beso y Veronica abre los ojos—. Ve a apagar las luces. 

Frunce el ceño. —Antes no querías apagar las luces. 

—Lo sé, pero ahora sí. 

Se muerde la mejilla, su mente está trabajando, pero obedientemente se levanta de mi regazo y cruza la habitación para apagar la lámpara. Una vez que la habitación está iluminada sólo por la tenue luz de la luna, regresa a mí, quitándose su camisa y su sujetador antes de llegar a la cama. La familiaridad debería consolarme, pero mi mente se tambalea. 

Frota una mano bien cuidada contra mi polla desinteresada. 


—Simplemente relájate, Pedro. Deja que me ocupe esta noche.

No la quiero. Pero, ¿sería tan malo hacer esto? ¿Dejar que trate de hacerme olvidar a la chica que realmente quise? Veronica sabe que no estamos juntos. Ya hemos pasado por esto. No cambiará nada entre nosotros. Los dedos de Veronica se dirigen a la hebilla de mi cinturón y cierro los ojos otra vez, luchando conmigo mismo por relajarme.

sábado, 28 de junio de 2014

CAPITULO 30



No he sabido nada de Pedro en dos días. He llamado y enviado mensajes varias veces, y todavía nada. Me preocupa más que cualquier otra cosa, y como tampoco se presentó a la clase de hoy, me dirijo directamente a su casa.


Entro cuando nadie responde a la puerta principal. Caray, probablemente deberían cerrar con llave. La casa está vacía y tranquila, y aunque mi corazón late con fuerza con lo que podría encontrar, subo las escaleras hasta el ático. 


Podría haber un millón de razones para que él no me regresara la llamada... podría tener gripe, tal vez algo sucedió con su madre... o lo peor, ha vuelto con Veronica. 


Sin embargo, aún cuando trato de justificar su silencio, sé que sólo puede significar una cosa. Vi a Mariela y Veronica hablando la otra noche. Estoy segura de que también me vieron. Supongo que tenía la esperanza de que Pedro no se enterara de esta manera —y por Veronica de todas las personas. 

Preparándome para lo peor, llamo a la puerta. Unos segundos más tarde, escucho las tablas del suelo crujir mientras cruza la habitación. Un Pedro desalineado me mira. No se ha vestido, no se ha afeitado y su pelo es un desastre completo.


—¿Pedro

No dice nada durante varios segundos, sólo continua observándose con ojos cautelosos. El dolor que veo reflejado hacia mí es demasiado. Por eso no me acerco a la gente. Esa mirada. Odio ser responsable de ella cuando se enteran de que no soy quién quieren que sea. 

—¿Puedo entrar? ¿Explicarme por lo menos? —pido.

La frente de Pedro se arruga con confusión, pero abre la puerta unos centímetros más y se aleja. No es exactamente una bienvenida cálida, pero tampoco me está pidiendo que me vaya, por el momento. Entro por la puerta e inhalo bocanada de aire. Nunca antes he querido explicar esto. 


Cuando me enfrento a mi pasado, siempre huyo. Siempre. 


Pero Pedro merece más. Así que todo lo que haré será contarle esta historia, sé que tengo que hacerlo.

Su cuarto es frío y la calidez entre nosotros está ausente. Pedro se vuelve hacia mí. —¿Sabías acerca de las fotos? —pregunta. 

Trago el nudo del tamaño de una fruta gigante que se presenta dolorosamente en mi garganta. Esa es la cosa —sería más fácil decir que no, que Mauricio me había engañado, que no sabía que estaba siendo fotografiada. Pero lo sabía. Mauricio pensó que sería divertido y sexy. Y habría hecho cualquier cosa para oírle decir que me amaba. 


Resulta que cuando tienes problemas de abandono, haces cualquier cosa para sentirte amada. Necesitaba sentirme amada, estar cerca de alguien, y me encantaba cuando Mauricio me abrazaba y me tocaba. Si tenía algo que ver o no con mi adopción, no lo sabía, pero ansiaba ese afecto. 


Durante esos momentos de sentirme querida y deseada, mi sensación de abandono se desvanecía. Sé que estas probablemente son todas excusas, y sin duda es probable que Pedro no comprenda. Tampoco borra el hecho de que se lo oculté. 

Dejo caer mi cabeza, porque no quiero ver sus ojos cuando le diga la siguiente parte. —Sí, lo sabía. —No dije que sí a la idea de inmediato, pero después de un par de semanas me convenció. Y, por supuesto, lo que siguió no fue sincero,no estaba llena de amor en lo absoluto. Fue una experiencia que me dejó rota, y humillada—. Cuando nos separamos un par de semanas más tarde, compartió las
imágenes con sus amigos, y rápidamente se pasaron por nuestra escuela. —Apenas podía levantarme de la cama los primeros días. Mis papás pensaron que tenía gripe.


La decepción en los ojos de Pedro es tan grave, que abarca todo su rostro. Me tambaleo un paso atrás, luchando por mantenerme en pie. Es la mirada que esperaba que nunca tuviera que ver cruzar por su rostro.


Algunas de las fotos, Mauricio y yo las habíamos tomado juntos, otras las tomé yo misma y se las enviaba en un mensaje mientras salíamos. —No sabía cómo sacar el tema —digo. 

—¡Tienes un jodido vídeo sexual Paula! —Lanza las manos al aire—. Estas son las cosas que debes mencionar. —Golpea la pared—. ¡Maldita sea! 

Su puño deja un hueco en los paneles de yeso, y reprimo las ganas de ir a inspeccionarle la mano. Supuse que era sólo cuestión de tiempo antes de que Pedro se enterara, pero nunca imaginé que en realidad lo vería. Por supuesto, Mariela probablemente lo subió a su teléfono.


Mi estómago duele y creo que podría estar enferma. 

—¿Lo saben tus padres? —La voz de Pedro es baja y controlada, como si apenas estuviera conteniendo su ira.


—Por supuesto que no. Habrían hecho un gran alboroto. 

—Sí, imagínate cómo me siento. 

Lo miró a los ojos. —¿Cómo te sientes? —Incluso si sus siguientes palabras me aplastan, necesito saberlo.


—Me estaba enamorando de ti, Paula.


Todo el oxígeno sale de la habitación. —¿Estabas?


—Sí. Lo estoy. Mierda, no lo sé. —Su voz es ronca y débil, rasgando mi corazón. Sus manos se deslizan bruscamente por su cabello, dejándolo levantado en el extremo.


Algo vital para mi supervivencia ha sido arrancado de mi cuerpo. Algo que ni siquiera sabía que tenía, y ahora no puedo imaginar la vida sin ello.


Hundo mi barbilla en mi pecho. —No fue vídeo sexual. 


Mauricio y su mejor amigo crearon una presentación de diapositivas de todas las imágenes que tanto él como yo habíamos tomado. El producto final es como un vídeo, que dura varios minutos.


—Lo suficientemente cerca. Había partes de ti que nunca había siquiera visto, expuestas para que  todo el mundo las apreciara. —El tono vacío en su voz, el dolor en sus ojos es tan real, que lo siento en la boca del estómago.


—Lo siento... Lamento haber tomado esas fotos. Lamento no habértelo dicho...


—Yo también. No eres quien yo pensé —dice con sencillez.

No me gusta el tono abatido en su voz. Que esté furioso, grite o golpee sería mejor que este tono derrotado.


—¿No crees que me gustaría regresar el tiempo atrás? Lo haría si pudiera — susurro. 

Sus ojos se mueven rápidamente hacia los míos, carentes de todo el calor que solía sentir de esos hermosos ojos azules. —A mí también me gustaría. —Se da la vuelta y la tensión en sus hombros me dice que nuestra conversación ha terminado. Y peor. Nosotros también hemos terminado.

CAPITULO 29



Paula 


Todavía estoy sonriendo como una idiota cuando entro a la habitación. 


Catalina está sentada en el futón pintándose las uñas cuando entro. Estudia mi ropa arrugada y mi pelo desordenado con una sonrisa. —¿Tuvieron diversión esta noche? 


—Sí. —Me muerdo la mejilla para evitar contarle todo—. Fue muy divertido. ¿Cómo estuvo tu cita?  


—Aburrida. —Se encoge de hombros—. Oh, un paquete llegó para ti. 


Catalina asiente hacia el escritorio donde un gran sobre espera.


Guau. Ya está aquí. Un destello de calor invade mi pecho. 


Catalina se detiene, sosteniendo la botella de esmalte. —¿Paula? ¿Qué es?


—¿Mmh? —Cojo el sobre—. Probablemente no es nada. —Mentira. Esto es todo: La cura a mi crisis de identidad, un enlace a mi pasado y un futuro posible con mi madre. Las lágrimas pinchan mis ojos, y sin soltar el sobre, me dirijo hacia fuera, a los baños comunes. Necesito un momento para mí. 


Abro la cortina de la ducha en el otro extremo y me siento en el frío asiento sobre los azulejos.


Entonces vacilo. Tal vez no debería estar sola cuando lo abra. Marco el número de Pedro, pero la llamada va al correo de voz. Después de esperar varios minutos, le envío un texto. Equilibro el teléfono en el banquillo a mi lado. Ya que por lo general responde de inmediato, así que me sorprende cuando no me devuelve el texto.


He estado esperando toda la vida para este momento, y no soy capaz de esperar incluso un segundo más. Rasgo el sobre y saco lentamente la pila de papeles.


Sé que Pedro dijo que no tenía planes para hoy, así que me pregunto dónde podría estar. Esa pregunta se instala como una sensación incómoda en mi estómago, pero lo empujo a la parte trasera de mi mente al comenzar la lectura de la carta de apertura, dirigida a mí, es de la agencia de adopción. Agradecen el difícil viaje que este proceso puede llegar a ser, y me dan una lista de recursos para ayudarme a lidiar con las búsquedas de mis padres biológicos. 


Impresionante.


Incluso no tienen fe en su proceso. 

Las siguientes páginas contienen formularios aburridos e información que mis papás tuvieron que completar hace diecinueve años. Es curioso ver que su escritura no ha cambiado nada en todo ese tiempo. Ver la gran cantidad de formularios y la información que suministraron me abruma. Debieron haberme querido demasiado. Ese pensamiento me hace sonreír, aunque es rápidamente seguido por una punzada de culpa por hacer esto a sus espaldas.


Sigo hojeando las páginas, sabiendo que probablemente lo bueno está en la parte posterior de la pila.


Bingo.


Una vieja fotografía de una mujer que me parece sorprendentemente familiar está recortada en la última página. El mismo pelo ondulado castaño y ojos grandes que me saludan en el espejo cada mañana están mirándome. 


Respiro profundamente, conmocionada por lo joven que parece.


Su primer nombre y una cuenta de correo electrónico genérico se suministran en la última página.


Alejandra. 

El nombre de mi madre es Alejandra. 

Estoy extrañamente carente de emoción. Sin embargo su foto es cautivadora, y me encuentro mirándola, rozándola con amor con mi pulgar. Las lágrimas pican mis ojos, y aunque es difícil, guardo los papeles en el sobre, regreso a mi cuarto y añado su correo electrónico. Señor, ayúdame con lo que ocurrirá a continuación.