Paula
Odio cuán sola me siento sin Pedro. No hemos hablado desde aquel acalorado intercambio en su habitación después de que descubrió mi pasado. Sé que no debería haberlo hecho, pero una pequeña parte de mi esperaba que él estuviera bien con aquello. Bueno, no bien, pero quizá más comprensivo. Supongo que él tampoco era quién yo pensé. Fue estúpido pensar que podría ser quien me salvara.
Había aprendido hace mucho tiempo a confiar nada más que en mí y a no poner demasiada acción en otros. Al final me defraudarán de todas formas.
No puedo cambiar mi pasado. Y tanto como desearía poder hacerlo, no puedo localizar a todas las personas quienes han descargado ese degradante collage. Lo único que puedo controlar es qué hacer a continuación.
Dándome cuenta de que es tiempo de lidiar con mis problemas de identidad y enfrentar mi pasado de una vez por todas, abro mi portátil e inicio sesión en mi correo. Me debato en crear una dirección genérica que no pueda conectarse a mí, pero al final, quiero que mi mamá de nacimiento conozca mi nombre de tal forma que sepa quién soy.
Escribo lo que me había propuesto en un mensaje breve, pero resulta que cuando le estás enviado un correo a tu mamá por primera vez, hay mucho que decir. Le cuento acerca de mis papás, el cómo tuve una gran niñez, y que ahora estoy en la universidad. Le hablo de mi compañera de cuarto y de nuestro loco amigo gay, Noah, a quien le gusta pedirnos la ropa. Derramo mi corazón en esa nota, esperando que ella se ría cuando la lea y entienda que soy una chica normal y feliz. O, diablos, tal vez sólo estoy intentando probarme a mí misma que lo soy; de cualquier manera, hago clic en enviar antes de que cambie de parecer y borre todo.
Catalina regresa de su clase poco tiempo después, dejando caer su bolso en el piso y girándose para verme con una expresión de preocupación. —Hola… ¿cómo estás? —La simpatía en sus ojos es nueva.
—Um, bien supongo.
Cruza la habitación y me abraza, empujándome con fuerza entre sus brazos.
Uh-oh. Catalina no es una abrazadora.
—¿Qué ocurre? —pregunto, envolviendo un brazo torpemente alrededor de su espalda.
—Necesitamos hablar. —Se aleja de repente, sus manos descansando en mis hombros—Pedro me paró hoy después de clases.
Oh.
Mierda.
—¿Y?
—Y me contó. Todo.
Mi corazón se hunde.
Cata continúa—: Al principio era tímido, preguntándome acerca de tus antecedentes de citas, tu experiencia con chicos. —Deja escapar una risita nerviosa—. Básicamente le dije que no sabrías qué hacer si un pene te golpea arriba de la cabeza. Pero él me informó que estaba equivocada. Al principio fui orgullosa, pero entonces me explicó acerca de las fotos que tu ex usó para explotarte, y lo lamento tanto, Paula, no tenía idea. Ahora me siento terrible por siempre intentar hacerte salir de tu caparazón. Pensé que sólo eras un poco tímida, no que estabas marcada por un evento traumático.
—Está bien, Cata. No le digo a la gente acerca de eso. Pero estoy bien.
—¿De verdad? —Sus cejas se arrugan en preocupación.
Me encojo. —Estoy intentando hacerle frente. No es como si tuviera opción. Ya no me quiero esconder debajo de una roca.
Sonríe. —Bien, cariño. Eso está bien. —Le da un apretón a mi mano—. Estoy aquí para ti.
—Gracias, Cata —No debería importar, pero lo hace, y no puedo evitar sondear por un poco de información sobre Pedro—. Así que, ¿de qué humor estaba Pedro?
La sonrisa de Catalina cae. —Parecía triste, preocupado por ti pero mayormente triste. Quería asegurarse de que estabas bien.
—Oh. —No sé qué significa eso, o cómo procesar esta información. No es como si me hubiera vuelto a llamar, o a sentarse cerca de mí en las clases que compartimos. No puedo controlar la respuesta de Pedro al enterarse de mi pasado.
Lo único que puedo hacer es seguir adelante y rezar para que todo funcione como se supone que tiene que hacerlo.
Buenísimos los 2 caps y no veo la hora de leer el reencuentro
ResponderEliminarWow muy buenos los capitulos!!!
ResponderEliminar