Paula
La dirección de correo electrónico posicionada en mi bandeja de entrada se está burlando de mí, es más, me distrae de la manera más maravillosa. Se trata de un seguimiento por parte de la agencia de adopción. Se trata de un simple correo electrónico, de tres líneas, pero las noticias que contiene está a punto de cambiar mi vida. Han confirmado que enviarán información sobre mi madre biológica a mi dirección de residencia. Incluso tengo un número de seguimiento para trazar el progreso del paquete, si quiero.
Pongo distancia entre el escritorio y yo, incapaz de mirar a las palabras por más tiempo.
Tengo que vestirme de todos modos, y terminar de secarme el cabello.
Catalina está zumbando en su mundo mientras se aplica el resto de su maquillaje frente al espejo de cuerpo entero, completamente ajena a mi confusión interna.
Ahora que la información se encuentra en camino, se siente como una bomba de tiempo, sin duda destinado a explotarme en la cara una vez que me lo encuentre.
Supongo que no tengo que abrirlo si no quiero.
¿A quién estoy engañando? Por supuesto que lo abriré. He esperado diecinueve años para conocer esta información. No importa lo que pase, algo dentro de mí necesita saber.
Mariano nunca llamó, no es que me importe. Prefiero estar con Pedro de todos modos. Até mi cabello en una cola de caballo, sabiendo que no habrá forma de domar esa locura de pelo esta noche, y me compruebo en el espejo. Pantalones oscuros ajustados, zapatillas de ballet y una sencilla blusa de seda blanca, rozando por los codos. Añado unos coloridos collares de cuentas.
—Estás muy guapa. —Catalina sonríe a mi reflejo. Ella tiene una cita esta noche, pero está siendo sorprendentemente relajada y sensata al ir conmigo a la fiesta de Sig Delta.
—Gracias. Te ves caliente. —Su vestido púrpura y botas vaqueras no pueden ser más adorable. Estoy totalmente segura de que los pediré prestados en algún momento.
Me da un abrazo inesperado.
—Pedro no sabe lo increíble que eres. Así que si hace alguna cosa para estropear esto, voy a darle de comer sus propios huevos —dice, acariciando mi espalda.
Asiento en silencio. No le dije que probablemente voy a ser yo la que complique las cosas.
Cuando llego a la casa, estoy feliz de que Pedro tuviese razón. Es una fiesta discreta en comparación a las habituales. Esta noche es sólo para amigos. Hay cerca de treinta personas allí, que se distribuyen entre la sala de estar y la cocina, mezclándose y hablando contra la música baja. Es un ambiente totalmente diferente al de sus fiestas habituales.
Es bonito.
Desafortunadamente, Veronica es una de las pocas personas aquí. Me sonríe abiertamente y también tímidamente. Sé que odia mi amistad con Pedro, y a mí no me gusta ni su propia existencia. Es algo extraño que nos comuniquemos todo eso con una simple mirada que compartimos.
Encuentro a Pedro en la cocina, con una botella de cerveza colgando en su mano, y una sonrisa fresca está en sus labios mientras habla con Hernan. Me tomo un
momento sólo para admirarlo por la habitación. Es agradable ver lo relajado que está. Su cadera está apoyada en el mostrador, con los pies cruzados en los tobillos.
Su remera es un tamaño pequeño para él, pero abraza sus bíceps realmente bien.
Dejo escapar un suspiro de satisfacción y me dirijo hacia él.
Los ojos de Pedro se encuentran con los míos y su sonrisa se ensancha.
—¡Pajarito! Trae tu culo caliente aquí. —Una vez que estoy cerca me alcanza y me jala a su lado.
Una parte de mí adora lo unidos que estamos. Una parte de mí está aterrorizado por ella. Pedro todavía no conoce mi pasado, y no tengo ni idea de cómo se lo tomaría ni las cosas que haría. Sin embargo, cuando el peso de su brazo se envuelve alrededor de mi cintura y me aprieta, todos mis temores se desvanecen. De pie a su lado, puedo fingir por un momento que pertenezco a este lugar, que todo está bien. Le sonrío a su idiota amigo Hernan, golpeteo mis pies al ritmo de la música y con gratitud tomo la lata de refresco que Pedro me pasa.
Pedro todavía me mira con sus brillantes ojos azules. Me encanta la forma en que me mira, pero me está haciendo ponerme toda nerviosa. Mis ojos se apartan de mala gana de los suyos, sólo para ser asaltada por dos chicas de la hermandad que lo toquetean con gran entusiasmo. ¡Gah!
No puedo evitar mirar. Sí, porque me encantaría desarrollar el cáncer de ojo esta noche.
—Ya vuelvo. Voy rápido al baño. —Todas esas chicas exageradamente arregladas deben de aprobar mi decisión.
Pedro asiente y saca su cálido brazo de mi cintura.
Rodeo la esquina y choco de bruces con Veronica. Se tambalea hacia atrás, sus ojos enfocándose mientras me registra. Está borracha de nuevo. Si cree que va a pasar la noche en la habitación de Pedro, se equivoca. Diablos, me quedaré allí mismo para estar segura. El pensamiento hace que mi estómago dé un salto.
Planto mis manos en mis caderas, preparándome mentalmente para el enfrentamiento que se aproxima.
—Perdón, ¿puedes moverte? —le digo, tratando de mantener la voz calmada.
Pone los ojos, señalándome con una uña bien cuidada hacia mi cara. —Tú no vas a durar, ya lo sabes. Él va a dormir contigo y luego vas a pasar a ser igual que todas las demás. Yo soy la única que siempre sigue. Siempre ha sido así y siempre lo será.
Me enderezo y finjo una confianza que no siento.
—Retrocede, Veronica. Yo estoy saliendo con Pedro. No tú.
Guau, eso apareció de la nada, pero tal vez es al menos parcialmente cierto.
—No exclusivamente —responde, agitando las pestañas y dejándome preguntándome qué demonios significa eso.
Me deja momentáneamente sin habla. Las palabras amargas mueren en mi lengua, y la rodeo para alejarme.
Lucho mientras me encamino al baño, me desplomo en la puerta y respiro. Una chica pálida me mira con los ojos abiertos.
¡Dios! Odio a Veronica. No me gusta que pueda afectarme. No sé lo que Pedro y yo tenemos, sólo sé que no quiero que ella sea parte de esto.
Me incentivo a mí misma, uso el baño, me lavo las manos y luego intento volver a unirme a la fiesta. Sólo que me detuve en seco de nuevo, esta vez por algo un millón de veces peor que estar frente a frente con Veronica.
Mi estómago se cae a mis pies.
Mariela Capri, con el mismo pelo rubio rizado que tenía en la secundaria, está de pie en el pasillo, conversando con Veronica.
¡Mierda!
Me deslizo en la esquina antes de que me vean, mi corazón tambaleándose y tropezando consigo mismo. Cada parte de mí tiembla y mi cabeza es un lío. Hago la única cosa que se me ocurre hacer. Llevo mi mano al bolsillo, agarro mi silbato y soplo lo más fuerte que puedo.
Buenísimos los 4 caps!!!!
ResponderEliminarwow buenísimo,no lo podes dejar ahí!!! subí más!!!
ResponderEliminarUy! q capítulos! quiero saber q es eso tan grave q Pau quiere ocultar!
ResponderEliminar